Hoy toca hablar de dos libros que parecen estar unidos por la temática que tratan: cómo afectó la ascensión del nazismo a relaciones de amistad que se pretendían eternas. Ambos aparecieron de forma fortuita en una de esas sesiones de colocar libros en la biblioteca y así, por azar, se han convertido en lecturas de esas que dejan huella. Como no quiero darle más importancia a uno que a otro, los comentaré según los fui leyendo.
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Comienza presentando dos amigos recién separados que van a mantener una relación epistolar entre Estados Unidos y Alemania a lo largo de dos años, desde 1932. Uno, de procedencia judía, se ha quedado en América para llevar el negocio de antigüedades que tienen juntos y el otro, es un alemán que ha decidido volver a su patria para criar a sus hijos, aunque el ambiente que encuentra no es demasiado alentador. Alemania parece hundida por las reparaciones impuestas tras perder la 1ª Guerra Mundial y poco a poco va cobrando peso un personaje que parece canalizar la desesperación de su pueblo. A medida que pasan los años, la relación entre ambos amigos acabará por transformar radicalmente.
¿Qué es lo que hace única a esta novela? Principalmente que, aunque en un principio parece una historia más sobre el nazismo, hay que tener en cuenta que fue escrita en 1938, nacida por el afán de su autora de dar a conocer lo que estaba ocurriendo en Alemania a la sociedad americana, un pueblo al que el problema parecía quedar muy lejos. Sorprende también en la novela la densidad emocional que alcanza, expuesta a lo largo de no más de 65 páginas.
Podéis leer otras críticas en los blogs:
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