Ayer hablábamos de oficios tradicionalmente femeninos. Hoy, queremos rendir un homenaje a las mujeres que se dedican a escribir. Una actividad en la que actualmente parecen no existir diferencias de roles- a pesar de que algunos sigan empeñados en hablar de "literatura femenina"-, que ha conocido un largo camino protagonizado por mujeres como George Sand-seudónimo de Aurore Dupin-, Virginia Woolf o Colette. Buena fe de ello da el libro Las mujeres que escriben también son peligrosas de Stefan Bollmann: una selección de escritoras de todas las épocas, con sus retratos, un pequeño texto y un cuidado diseño.
Aquí os dejamos también dos documentos geniales; por un lado, un fragmento de la "Carta a Eduarda" de Emilia Pardo Bazán en el que expone la mala consideración de la mujer escritora en su época
(…)No, mil veces no, Eduarda; aleja de ti tan fatal tentación, no publiques nada y guarda para ti sola tus versos y tu prosa, tus novelas y tus dramas: que ese sea un secreto entre el cielo, tú y yo(...)Esto es insoportable para una persona que tenga algún orgullo literario y algún sentimiento de poesía en el corazón; pero sobre todo, amiga mía, tú no sabes lo que es ser escritora. Serlo como Jorge Sand vale algo; pero de otro modo, ¡qué continuo tormento!; por la calle te señalan constantemente, y no para bien, y en todas partes murmuran de ti. Si vas a la tertulia y hablas de algo de lo que sabes, si te expresas siquiera en un lenguaje algo correcto, te llaman bachillera, dicen que te escuchas a ti misma, que lo quieres saber todo. Si guardas una prudente reserva, ¡qué fatua!, ¡qué orgullosa!; te desdeñas de hablar como no sea con literatos. Si te haces modesta y por no entrar en vanas disputas dejas pasar desapercibidas las cuestiones con que te provocan, ¿en dónde está tu talento?; ni siquiera sabes entretener a la gente con una amena conversación. Si te agrada la sociedad, pretendes lucirte, quieres que se hable de ti, no hay función sin tarasca. Si vives apartada del trato de gentes, es que te haces la interesante, estás loca, tu carácter es atrabiliario e insoportable; pasas el día en deliquios poéticos y la noche contemplando las estrellas, como don Quijote. Las mujeres ponen en relieve hasta el más escondido de tus defectos y los hombres no cesan de decirte siempre que pueden que tina mujer de talento es una verdadera calamidad, que vale más casarse con la burra de Balaam, y que sólo una tonta puede hacer la felicidad de un mortal varón. Sobre todo los que escriben y se tienen por graciosos, no dejan pasar nunca la ocasión de decirte que las mujeres deben dejar la pluma y repasar los calcetines de sus maridos, si lo tienen, y si no, aunque sean los del criado(...)He aquí, bosquejada deprisa y a grandes rasgos, la vida de una mujer literata. Lee y reflexiona; espero con ansia tu respuesta(...)
y por otro lado, un texto y una preciosa presentación realizados por Gracia de Trafegando Ronseis.
y por otro lado, un texto y una preciosa presentación realizados por Gracia de Trafegando Ronseis.
Afírmase que o feminismo xurdiu cando unha muller aprendeu a ler, pero isto é certo se engadimos que foi cando tamén aprendeu a escribir. A maior parte das mulleres foron reducidas a unha especie de semianalfabetismo durante moito máis tempo cós homes. E necesitaron moito máis tempo aínda para acceder á liberdade intelectual de escoller os seus temas de lectura. Pero a loita máis longa tivérona que protagonizar para conseguir seren recoñecidas pola súa produción escrita. Moitas veces practicada en segredo, agochada baixo nomes masculinos, imos ver como moitas delas tiñan acceso á escrita grazas aos muros dos conventos, situación que cambiará a partires do século XIX. Pondo o hábito, as mulleres gañaban un pouco en mobilidade social, pagando un alto prezo: renunciar á súa feminidade e á súa sexualidade.
No século XIX a muller érguese para realizar o seu destino, a súa vida e a súa morte. Que as mulleres escriban -ben ou mal, importa menos- e que o fagan para publicar no século XIX é un paso, unha revolución sen volta atrás. Coller a pluma era coller a espada, contra todo. Escribir delataba vida intelixente, vida pensante inexpresada durante séculos: unha non historia que agora comeza a se converter en historia.
No século XIX a muller érguese para realizar o seu destino, a súa vida e a súa morte. Que as mulleres escriban -ben ou mal, importa menos- e que o fagan para publicar no século XIX é un paso, unha revolución sen volta atrás. Coller a pluma era coller a espada, contra todo. Escribir delataba vida intelixente, vida pensante inexpresada durante séculos: unha non historia que agora comeza a se converter en historia.
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