domingo, 14 de noviembre de 2010

Novedades

El lunes estarán a vuestra disposición estas dos pequeñas joyas sobre el placer de la lectura.

84, Charing Cross Road es la dirección de la tienda de libros antiguos a la que Helene Hanff, la escritora, estuvo escribiendo cartas a lo largo de veinte años para solicitar clásicos de la literatura inglesa en un afán de mejorar su formación.
Cartas que van y vienen desde Estados Unidos a Inglaterra serán testigo de un cambio: lo que comenzaría siendo una simple relación comercial con el librero, acabará por convertirse en una amistad que implicará no solo al resto de los empleados de Marks & Co si no hasta a sus propias familias.

Entre los muchos ejemplares que la autora solicita a la librería se encuentra El lector común, de Virginia Woolf que nos sirve para presentar el siguiente libro.
Se trata de Una lectora nada común de Alan Bennet, cuyo título original -The Uncommon reader - supongo es un guiño al de la escritora inglesa. Un vistazo a la portada ya nos anuncia quién será el personaje principal de esta preciosa historia...
Pero nada nos avisa sobre la fina ironía que se encuentra entre sus páginas, el amor por la lectura que desprende y el respeto hacia un personaje del que nos gustaría creer todo lo que se fabula en el libro.
Si todos los que con sus decisiones pueden alterar el curso de los acontecimientos se transformaran como la protagonista, otro gallo nos cantaría porque tal como dijo el crítico Manuel Rodríguez Rivero a propósito de su publicación:
"Todos los políticos, sean o no ministras o ministros, (...)además de sus esposos o esposas, sus asesores, sus guardaespaldas, los chóferes de sus coches, los directores generales, los guardias civiles que controlan la seguridad de los ministerios, y hasta los mismísimos monarcas y la Royal Family española en pleno, deberían leer Una lectora nada común."
Realmente, es una novela repleta de pasajes para atesorar.Yo me quedo con este:
"Lo que asismismo estaba descubriendo era que un libro llevaba a otro, nuevas puertas se abrían dondequiera que mirase y los días no eran lo bastante largos para leer todo lo que ella quería"

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