Bajo la forma de un diario, cuenta la historia de un extraterrestre desesperado por encontrar a su compañero de nave en la Barcelona previa a los Juegos Olímpicos. Tratando de pasar desapercibido en la Tierra, el protagonista juega a la suplantación de identidades adoptando apariencias tan dispares y anacrónicas como la del torero Frascuelo o el Duque de Lerma y no es de estrañar que desentone más que un elefante en una cacharrería.
Se trata de una novela para pasar un buen rato disfrutando de un humor absurdo y surrealista, similar al de El laberinto de las aceitunas o El misterio de la cripta embrujada del mismo autor.
A principios del curso pasado, nos fue solicitada por el profesor de Filosofía y es que existen algunos estudios críticos sobre la novela como el que enlazamos aquí, de un profesor de la Universidad Complutense de Madrid.
Pero si no queremos buscarle tres pies al gato, podemos simplemente reirnos con descripciones como esta:
"Como la calle dispone de una pendiente pronunciada, el paseo en bicicleta se subdivide en dos partes bien distintas entre sí, a saber: a) bajar, b)subir. La primera parte(bajar) es una gozada; la segunda(subir), una tortura. Por suerte, la bicicleta lleva adosados a ambos lados del manillar sendos frenos. Los frenos, al ser accionados, impiden que la bicicleta adquiera una velocidad creciente o acelerada en la bajada. En la subida, los frenos impiden que la bicicleta vaya hacia atrás."
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