Este título tan reiterativo viene a cuento porque este libro de Eduardo Mendoza ha estado desaparecido durante todo el pasado curso escolar, tal y como le ocurre a uno de los extraterrestres de los que habla el libro. Y no, no ha tomado la identidad de El viejo que leía novelas de amor o tal vez, de A lagoa das nenas mudas, sino que un alumno de 2º Bach tenía que devolverlo in extremis en junio y al fin nos lo trajo...en octubre.
Bajo la forma de un diario, cuenta la historia de un extraterrestre desesperado por encontrar a su compañero de nave en la Barcelona previa a los Juegos Olímpicos. Tratando de pasar desapercibido en la Tierra, el protagonista juega a la suplantación de identidades adoptando apariencias tan dispares y anacrónicas como la del torero Frascuelo o el Duque de Lerma y no es de estrañar que desentone más que un elefante en una cacharrería.
Bajo la forma de un diario, cuenta la historia de un extraterrestre desesperado por encontrar a su compañero de nave en la Barcelona previa a los Juegos Olímpicos. Tratando de pasar desapercibido en la Tierra, el protagonista juega a la suplantación de identidades adoptando apariencias tan dispares y anacrónicas como la del torero Frascuelo o el Duque de Lerma y no es de estrañar que desentone más que un elefante en una cacharrería.
Se trata de una novela para pasar un buen rato disfrutando de un humor absurdo y surrealista, similar al de El laberinto de las aceitunas o El misterio de la cripta embrujada del mismo autor.
A principios del curso pasado, nos fue solicitada por el profesor de Filosofía y es que existen algunos estudios críticos sobre la novela como el que enlazamos aquí, de un profesor de la Universidad Complutense de Madrid.
Pero si no queremos buscarle tres pies al gato, podemos simplemente reirnos con descripciones como esta:
"Como la calle dispone de una pendiente pronunciada, el paseo en bicicleta se subdivide en dos partes bien distintas entre sí, a saber: a) bajar, b)subir. La primera parte(bajar) es una gozada; la segunda(subir), una tortura. Por suerte, la bicicleta lleva adosados a ambos lados del manillar sendos frenos. Los frenos, al ser accionados, impiden que la bicicleta adquiera una velocidad creciente o acelerada en la bajada. En la subida, los frenos impiden que la bicicleta vaya hacia atrás."
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