Acaba de llegar a la biblioteca esta novela de Christoher Morley escrita en 1917 que fue un éxito en su época y es considerada un clásico de la literatura norteamericana. Una novela amable y sencilla, muy recomendable, que hace honor a una de las reflexiones que encontramos entre sus páginas: " Un buen libro debe ser simple. Y como Eva, debe provenir de algún lugar entre la segunda y la tercera costilla. Una historia que es solo cerebro no vale demasiado."
La historia nos la cuenta Helen McGill, una mujer soltera que vive en una granja de Nueva Inglaterra con su hermano Andrew a principios del siglo XX. La convivencia entre los dos discurre plácidamente, con el duro trabajo en la granja de por medio, hasta que a Andrew le entran aspiraciones de ser escritor y contra todo pronóstico, triunfa. En ese momento, presionado por las editoriales para que publique nuevos libros, comienza a desatender su trabajo en el campo y a pasarse semanas viajando a fin de documentarse para nuevos libros. Helen debe hacerse cargo de todo el trabajo y comienza a estar harta.
Uno de esos días en los que su hermano está ausente se presenta en la granja el señor Mifflin, un extraño personaje guiando un carromato repleto de libros. Se presenta como el propietario de la librería ambulante el Parnaso que pone a la venta para dedicarse también él al oficio de escritor. Helen, sin pensarselo demasiado y temerosa de que su hermano aparezca en cualquier momento y vea en la oferta otra oportunidad para viajar incansablemente, invierte todos sus ahorros en la compra y abandona la granja. El señor Mifflin la instruirá durante unos dias y con él conocerá la libertad de vivir en la naturaleza, sin un destino fijo, de acercar la cultura a remotas granjas donde lo más parecido a la literatura que se posee son los libros de oraciones y sobre todo, la convertirá en una persona autosuficiente. Lo que Helen aporte al señor Mifflin hay que esperar a leerlo en la novela.
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